Recuerdo la primera vez que escuche
esta obra. Sus primeros acordes me estremecieron, y con una inhalación profunda
fui hilvanando la melodía con mis sentimientos. Comenzaron a flotar aquellos
recuerdos que estuvieron en el mar del olvido. Las humanas emociones afloran,
el amor para soñar, la ira para cuestionar el por qué de las situaciones, la melancolía
para retraerme a la realidad. Momentos de calma en la obra plantean en mi imaginación
verla reposando sobre su lecho, inmóvil, sintiendo sus lejanos latidos. A
medida que insisto en tener una respuesta suya se van frustrando mis intentos.
Los acordes que siguen parecen una plegaria, no a Dios, sino a
ella..."donde estas?! despierta! vuelve!...llévame a tu lado
entonces...". La agonía y el cansancio de las noches sin dormir al pie del
lecho de los sueños, están ahora mezclados en un breve alto en la intensidad de
la melodía. Una natural premonición, se aproxima el clímax...explota la música!
Desesperación! Frustración! Sentir que lo un día fue no lo será mas, que ella
no despertara...jamás? Quizá un día, en el día último de la vida, para ayudar
al moribundo a cruzar al mundo de los dos. Los calmos últimos acordes son las
caricias y el beso en su frente, duerme ahora.
Blog de Manuel Calles
Literatura, ciencia, música, deísmo...y mi cotidianidad.
lunes, 11 de junio de 2012
Del beso
Este es mi primer post. Y quiero comenzar compartiendo un capitulo del libro Rayuela de Julio Cortazar, el cual me encanta por su romanticismo, y estoy seguro que les gustara a todos ustedes. Esta es la descripcion del acto de besar, de ese sublime momento que se comparte con el ser amado. Este es el Capitulo 7.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras,
de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos
miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí,
se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se
encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la
lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene
con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu
pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como
si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de
fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un
breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es
bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento
temblar contra mí como una luna en el agua.
El juego del ciclope...no lo olvido nunca.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
El juego del ciclope...no lo olvido nunca.
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